Cultura e Gestão de Intangíveis.

transp

La palabra symbállein proviene del griego antiguo y significa, literalmente, “lanzar junto”. Ese término está en el origen de simbólico y designa la acción de reunir, juntar y congregar.
Lo contrario de simbólico es diabólico, “lanzar para lejos”, que remite a fuerzas de separación, desunión y oposición. Tal como en la vida social y personal, la vida en las organizaciones y empresas es marcada por esas dos dimensiones: lo simbólico y lo diabólico. Amores, solidariedad, uniones y convergencias, por un lado, e inamistades, odios, impiedades, desuniones y divergencias por otro.

El impacto del movimiento de conflicto y separación inhibe el deseo de cooperación y solidariedad en la búsqueda de soluciones complejas y dificulta la construcción de contextos en los que la interdependencia pueda producir inteligencia competitiva e innovación. Como resultado, tenemos el caos y el desorden, que aumentan la desconfianza y, consecuentemente, los costes de transacción entre las personas. En una organización de excelencia se aprende, durante la cooperación, que resultados excelentes se producen por medio de procesos estructurados. El equipo desarrolla conjuntamente una visión de lo que es eso: cada uno presentando, en un momento, su visión, y encontrando otros que vean diferente. Experimentan sus diferencias en la práctica, producen alineamientos y mantienen un desacuerdo natural y necesario al dialogo e interacción continuados. Las personas pasan a tener un entendimiento compartido sobre qué es un proceso, un procedimiento, qué es excelencia, merito, ética y liderazgo.

Eso garantiza la comunicación eficaz y organiza el proceso de reclutamiento, selección, promoción y demisión, garantizando, también, que sus miembros compartan la misma manera de ver la organización y el trabajo en ella. Entendemos, entonces, que a medida que un grupo, en sus interacciones continuadas, comparte un símbolo para reflexionar sobre su propia experiencia y para estructurar su proceso decisorio, va formando, también, su propia cultura. Un símbolo permite el compartir de sentidos y el flujo ordenado de la comunicación, y es en ese sentido que el término symballein refleja la esencia de nuestro trabajo como consultores.